viernes, 17 de septiembre de 2010

Flashforward y la buena ciencia

Mi adorable Ana me hizo un exquisito regalo hace poco: El libro de Flashforward de Robert J. Sawyer. Si bien todavía no he acabado el libro (aunque me queda muy poco) puedo decir que es una lectura muy absorbente. Me ha llamado mucho la atención una parte que la pondré aquí y que creo que invita a la reflexión sobre qué es hacer ciencia y los problemas de presentar un conocimiento sin las suficientes pruebas. 
"—Soy un científico. Esto tiene que ver con la ciencia... con la buena ciencia, con el modo en que se supone que hay que trabajar. Tú quieres hacer una declaración antes de tener todas las pruebas. Yo no —se detuvo para coger aliento—. Mira —dijo—, la fe de la gente en la ciencia ya se ha sacudido lo bastante en los últimos años. Demasiadas historias han terminando siendo fraudes o supercherías baratas.
Lloyd lo miró con intensidad.
—Percival Lowell, que sólo necesitaba unas gafas mejores y una imaginación menos activa, aseguraba recibir canales de Marte. Pero allí no había nada. Aún soñamos con las secuelas de que un imbécil en Roswell decidiera declarar que lo que había visto eran los restos de una nave alienígena, en vez de un globo aerostático. ¿Recuerdas a los Tasadai, una tribu paleolítica descubierta en Nueva Guinea en los 70 que carecía de palabra para definir "guerra"? Los antropólogos cayeron sobre ellos para estudiarlos. Sólo hubo un problema: no existían. Pero los científicos tenían tanta prisa por aparecer en los programas de la noche que no se molestaron por buscar pruebas.
—Yo no intento salir en los programas de la noche —replicó Lloyd.
—Y entonces anunciamos al mundo la fusión fría —siguió Gaston, ignorándolo—. ¿Lo recuerdas? El fin de la crisis energética, ¡el fin de la pobreza! Más potencia de la que la humanidad necesitaría jamás. Salvo por que no era real, sino Fleishmann y Pons pasándose de listos. Y luego empezamos a hablar de vida en Marte: el meteorito antártico con supuestos microfósiles, prueba de que la evolución había comenzado en otros planetas además de la Tierra. Salvo por que los científicos hablaron de nuevo demasiado rápido, y los supuestos fósiles resultaron ser formaciones rocosas naturales —Gaston inspiró profundamente—. Tenemos que tener cuidado, Lloyd. ¿Has oído hablar alguna vez a alguien del Instituto de la Investigación de la Creación? Sueltan toda clase de jeroglíficos sobre el origen de la vida, y la audiencia asiente como si estuviera de acuerdo; los creacionistas dicen que los científicos no saben de lo que hablan, y tienen razón; la mitad de las veces es así. Abrimos la boca demasiado pronto, en una carrera desesperada por la supremacía, por el crédito. Pero cada vez que nos equivocamos, cada vez que decimos que hemos hecho un gran descubrimiento en la lucha contra el cáncer, o que hemos desentrañado un misterio fundamental del universo, y tenemos que aparecer una semana, un año, una década después para decir que vaya, la cagamos, no comprobamos los hechos, no sabíamos de lo que hablábamos; cada vez que eso sucede, damos un empujón a los astrólogos, a los creacionistas, a la nueva era y demás escoria, a los artistas y charlatanes, a los casos más perdidos. Somos científicos, Lloyd, se supone que somos los últimos bastiones del pensamiento racional, de la prueba verificable, reproducible, irrefutable, pero nos ponemos la zancadilla a nosotros mismos".


Las meteduras de pata de la ciencia sólo dan alas a los magufos y a las creencias irracionales. Si queremos evitar eso debemos actuar con responsabilidad sino no nos distinguiremos de un vendedor de humo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario